martes, 24 de agosto de 2010

Conocimientos continuos parte II


Yo amo aprender.

No soy ningún cerebrito, genio o luminaria-nueva revelación... Soy un estudiante promedio, con un genuino interés por el saber.
Claro, corro con el defecto de ser demasiado quisquillosa, y bueno, a veces sobrepongo mis gustos personales sobre otras cosas menos interesantes pero igual de necesarias. Todos los días se aprende algo, a veces son cosas que uno no querría saber, o que ni va a utilizar... Sí admito que toodo conocimiento a fin de cuentas es útil, pero si por mí fuera, sólo me limitaría a reforzar mi burbuja y extender su jabonosa redondez.

Confieso que ese aspecto gira en torno a sobre lo Que Quiero Aprender; quizás también me obsesiono un poco, ya que a veces las cosas que deseo saber no se están impartiendo a la vuelta de la esquina.

Ese gustillo por el conocimiento me despierta aires de aventura; sería un poco como Indiana Jones: recorrer el mundo en busca de secretos, que a fin de cuentas son conocimiento.
Yo creo que esa recompensa no te llega servida en bandeja de plata. Tú te la buscas, te la ganas. Creo que no hay satisfacción más grande que aprender algo, o descubrir/encontrar algo, que te costó sudor, esfuerzo y hasta lágrimas... Si las cosas llegarán fáciles no se apreciarían tanto...

Soy de quienes encuentran agradable la pespectiva de pasar la adultez (vejez?) en busca de los conocimientos que no alcanzaste a aprender cuando joven... El mundo es enorme, el conocimiento es vasto, y quien ya tiene recorridos años de vida, sabrá que esa sabiduría sólo se adquiere con el tiempo. Y además, si todo se aprendiera/revelara de sopetón ¿qué quedaría para después?

Tambien, considero que hay un momento adecuado para aprenderlo todo. A veces simplemente no estamos preparados, física, espiritual o mentalmente... Creo que todo llega en el momento adecuado. Uno sabe cuándo, y la vida también sabe cuándo ofrecerlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Retroalimentación Requerida